El
primer día del mes de julio del año de 1659, Juan Chávez Seliceo, alarife de la
ciudad de Zacatecas, se presentó ante el comisario del santo oficio de la
inquisición, don Juan de Cárdenas, para jurar ante Dios y la Cruz, que haría
con verdad la revisión de las casas que pertenecían al patronato de don
Cristóbal de Zaldívar y Castilla. Se trataba de 3 casas de vivienda alta y 6
tiendas bajas; éstas se ubicaban enfrente de las casas reales. También formaba
parte de ese patronato, otra casa que se encontraba en la plazuela del maestre
de campo.
A Juan Chávez lo acompañaba en la
comisión, Juan de la Riva Zorrilla, notario del santo oficio. Su recorrido
hacia las casas mencionadas lo hicieron sorteando charcos y saltando pequeños
hilos de agua que arrastraba todavía trozos de excremento de los animales. Los acompañó
también una menuda brisa que en algo humedeció sus ropas. Como ya estaba
avanzado el día, encontraron de pie a los habitantes de las casas, hasta a los
niños, quienes jugaban a mojarse. Hicieron las preguntas necesarias y las
observaciones pertinentes, así como el registro de las mismas; se anotó, que
todas las casas, especialmente una, a la que se había dado por llamar casas de Sevilla, tenían un alto grado
de destrucción por efecto de las lluvias de temporada. Para esa fecha el tiempo
de las aguas había llegado con toda violencia, y estaba dejando a don Juan de
Cárdenas sin oportunidad para repararlas.
Los niños más grandes de aquellas
familias ponían atención, en silencio, a las órdenes de don Juan Chávez. Los más
pequeños no pudieron asociar que su salida de aquellas casas estaba determinada
por las condiciones materiales riesgosas de sus habitaciones. A los mayores por
su parte, les quedó claro que podrían volver cuando se hubieran puesto
tejamanil y latas nuevas.
Una vez hecho el informe, Juan Chávez
sugirió a don Juan de Cárdenas que esas construcciones debían atenderse antes
que pasaran las aguas, porque de otra manera, otros 20 días de lluvias
continuos, según sus cálculos, las echaría abajo. Los resultados de la visita
que hizo Juan Chávez arrojó una orden que no se subestimó: que todas las
personas que estaban habitándolas salieran de ahí para que no fueran a morir
aplastadas si se caían los techos. La otra parte que se obtuvo fue el cálculo
de 1,500 pesos de gastos, sólo para tapear de adobes y para la cubierta de
tejamanil.
El 3 de julio siguiente, don Juan de
Cárdenas ordenó a Joaquín de Mezquia, quien tenía encargada la cobranza de los
arrendamientos, que entregara el dinero para iniciar el mantenimiento, de lo
que las mismas casas habían rentado. Por su parte, Juan Chávez recibió sus 4
pesos en reales de mano del comisario por los servicios prestados.